Futbolistas implicados en abuso sexual a mujeres a las que no se les pagó y se retenía. Trata. Escándalo.
Los mismos futbolistas, debido a que Adidas es una de las principales patrocinadoras de la Selección Española de fútbol, se lucran de la explotación de mujeres en talleres textiles. También ahí se las retiene, también ahí se ejerce violencia sobre ellas, también ahí se gobierna sus cuerpos. Pero es legal, público y notorio.
Las explotación y la esclavitud no es exclusiva ni del porno ni de la prostitución, pero utilizamos al sexo como una cortina de humo para no analizar o cuestionar unas relaciones sociales que sostenemos por el sistema y la relaciones sociales dominantes, no por la perversión.
El capitalismo convierte a las personas en mercancía, y las personas son también sexo. Por eso se puede comprar y vender sexo, porque se pueden comprar y vender personas. Nuestra cortina de humo coloca bien visible la explotación que pueda haber ejercido Torbe, pero salva a Amancio Ortega.
Condenamos el comercio de sexo para salvar el capitalismo. Colocamos en él nuestra basura como sociedad, para salvar el resto. Es nuestro chivo expiatorio.
Es el capitalismo el que pone en circulación como mercancías nuestros deseos, nuestras subjetividades, nuestro goce, nuestros saberes, ... Por eso, @Alicia_Hot: poemas en tiempos de follar, pantallas y avatar, no usa el porno como cierre, sino como metáfora. Para entender nuestra mercantilización en Twitter, en Facebook, o ahora mismo, mientras genero el contenido pseudo gratuito de este blog.
Cada clic en esta entrada está cuantificada y produce beneficio, explota mi sensibilidad y mi saber, y vuestro deseo. Pero lanzamos nuestras lapidaciones morales contra el porno.
Este jueves, en un ejemplo magnífico de esto, Barcelona (la vanguardia de la Ciudad - Marca, en la que se explota la vida completa de todo el vecindario como parque temático), hablaremos de esto y de más a raíz de un libro que busca, para empezar, romper esa cortina de humo que nos impide pensar, y pensar juntos.
Son buenos tiempos, también, para dejarse de morder palos, y empezar a morder la mano que lo sostiene. Estáis más que invitados:
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