Comienza el año 2010. Trabajo en Madrid de teleoperador para una empresa que engaña mayoritariamente inmigrantes y jubiladas para hacerlas socias de varias ONGs. Mi trabajo es volver a fidelizar, es decir, realizar recobros de las persona que se han dado de baja como socias de estas ONGs. Para ello, debo hacerme pasar por trabajador de la ONG respectiva y provocar crisis de conciencia en la persona que ha decidido darse de baja. Es decir, trabajo como cualquier teleoperador de ventas, solo que utilizo consignas como: sin tu ayuda, muchos pasarán hambre. Mi empresa nada tiene que ver con el trabajo de campo de una ONG, sino que externaliza a estos departamentos de socios. En esta época, nos hacemos pasar por Cruz Roja, Asociación Española Contra el Cáncer, Fundación Internacional Josep Carreras, WWF-Adena y Solidaridad Internacional. Mi jefa, la directora del departamento, es una antigua teleoperadora de ventas que conoce nuestra desidia y deseos de mandar a la mierda cada minuto de nuestra existencia en esas cuatro paredes. Es por ello que es brutal.
Vivo solo (aunque comparto piso con otras 10 personas a las que no conozco), no tengo pareja, y utilizo pornografía para gastar una energía mental hiperestimulada en el trabajo y en las clases.
Vuelvo a Granada cada dos fines de semana. El sueldo me da para pagar mis estudios en la Sala Metáforas, el alquiler, comer, metro y el viaje en Alsa. He expropiado a la Casa del Libro "Testo yonki", de Beatriz Preciado (hoy Beatriz Paul Preciado). También resulta expropiado, pero en la FNAC, "Teoría King - Kong" de Virgine Despentes. En ellos, descubro una nueva forma de criticar la pornografía: la de la frustración. La pornografía no produce satisfacción, sino frustración. Es por eso que vuelves a consumir. Nace el primer relato del primer personaje de "@Alicia_Hot". La primera bocanada de aire en los pulmones de Pornoyonqui.
Me gusta cómo diagnostican la pornografía, pero desobedezco su manera de plantearlo sin posibilidad para la desobediencia. Por eso, Pornoyonqui, no es un ignorante. Sabe lo que se hace. Igual que los adictos a la heroína de mi barrio, cuando habían recibido el chute, sabían lo que se hacían y nos lo contaban con una lucidez asombrosa a los niños que jugábamos entre ellos en los descampados del 18013. Justo unos minutos antes de convertirse de nuevo en animales babeantes a la búsqueda de nuestros veinte duros.
El Teatro de la Escucha, en el que estoy formándome por entonces en Madrid, deja muchas cosas en mí. Una de ellas es la de no aceptar la dialéctica negativa que desmonta las estructuras, y también toda forma de resistencia. Beatriz Paul rezuma, también, lo peor de Derrida. Pornoyonqui sabe de la esperanza, pero es impotente. El cuento es perfecto. Todas las justificaciones son perfectas. El desarrollo del personaje es creíble.
Y ese es el problema.
Tengo el comienzo de una novela de realismo sucio. Seduce a los primeros lectores. Les "engancha", dicen textualmente. Tengo un relato que funciona. Eso me hace desconfiar, de repente. ¿Es eso lo que quiero? Igual que como teleoperador-chantagista, paso bajo las defensas de viejas e inmigrantes enmascarando como defensa del bien común el interés corporativo de mi empresa, ¿he creado un relato que "se la cuela a cualquiera"?
No, no es esto lo que busco. @Alicia_Hot tendrá que esperar, aunque por entonces aún no sabía a qué.
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