@Alicia_Hot 2.0

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lunes, 4 de enero de 2016

Poesía y política. @Alicia_Hot como panfleto.

V. Mayakovski
1. Establecer el sentido de nuestras vidas, cómo lo hacemos, quién nos da sus referencias y en base a qué se hace, es una actividad política porque marca nuestra relación con lo común, la forma en la que nombramos y establecemos el "nosotros" y el "ellos". Los mecanismos para construir el sentido son mecanismos de poder, y podemos generar esos relatos en relaciones de igualdad, o pueden venir teledirigidos expropiando nuestra capacidad colectiva de producir. La capacidad colectiva que dio lugar a los cantes sobre el dolor y el trabajo, y que hoy nos los vende en discos, habiéndonos usurpado la capacidad de cantarnos los unos a los otros.

2. La literatura es política, porque aporta esas referencias en la construcción personal y social del sentido. Da ladrillos para la construcción del relato de tu vida.

3. La poesía, al utilizar de forma privilegiada el ritmo y la música, despliega una emocionalidad, que le da ventaja a la hora de la elaboración del sentido. La unión de idea y emoción permite naturalizar los relatos con una enorme eficacia: la sentimentalidad de unos puede hacerse pasar por la sentimentalidad adecuada o deseada por muchos (publicidad mediante). El viaje interior al que nos invita el poeta, facilita la construcción del sentido. El relato poético pasa a nuestro relato personal, a cómo nos explicamos el mundo y nuestra vida, con gran facilidad.

4. A la vez, la posibilidad de experimentar y deconstuir el discurso, permite a la poesía hacer justo lo contrario: convertir en extraño el relato, interrumpirlo, sabotearlo, de manera que el proceso de lectura dé lugar al cuestionamiento, para que dicho proceso de lectura sea crítico e invite a defenderse y no a rendirse ante el texto. Tenemos, por tanto, dos funciones antagónicas, pero que pueden coexistir hasta dentro de una misma estrofa.

5. Por tanto, no existe la poesía apolítica más que incrementando la fuerza del punto 3 (es más política cuanto más apolítica diga ser). Toda poética, especialmente la más intimista y privada, no tiene otro objetivo que intervenir en el sentido y sensibilidad de quien lee, sea o no este efecto buscado por el autor.

Lucía Sánchez Saornil
6. La posibilidad que abre la poesía cuando sabotea la interiorización del relato, invitando a un proceso político consciente, da lugar no sólo a una lectura crítica, sino a que el proceso de lectura sea también el de imaginar soluciones y rupturas nuevas. Es decir, quien escribe poesía así, puede encontrar un punto de conexión con quien lee que no sólo es el compartir ideas en el sentido emisor-receptor, donde alguien aporta contenido y otro lo almacena (aunque sea críticamente) de forma bancaria, sino llegar a imaginar y crear en una virtual experiencia autogestionaria, aúnque ni siquiera se encuentren en un mismo lugar o tiempo. Es una comuna virtual de construcción de relato y vida.

7. La lucha política de una poesía que busca colaborar con la emancipación no está dentro de la poesía. El enemigo no es la otra poesía, sino el sistema económico, ideológico y político. Necesito leer y escribir para esa lucha. ¿Qué interés tiene mostrar a un grupo de poetas que su poesía naturaliza la explotación o convierte en objeto a la mujer, si sólo va a transformar su poesía, y no nos carga de argumentos, preguntas, e imaginarios que sean eficaces para la lucha y para cambiar nuestra vida? No me interesa la lucha dentro de la literatura. Por ejemplo: Frente a las últimas elecciones generales del 20-D, ¿cómo intervenimos frente a instituciones que nos hemos tragado con patatas en los cuatro partidos mayoritarios como la OTAN o el FRONTEX? En esa intervención, ¿puede colaborar la poesía? ¿Podemos utilizar esa capacidad de la poesía para romper el cuentito que nos cuentan de que hay que aceptar por memoles un status quo que despreciamos?

Quizás, en lugar de estas líneas, podría estar experimentando sobre cómo dar herramientas a los que luchamos contra instituciones criminales que la gran mayoría detestamos. Herramientas literarias.

8.  Es enormemente valiosa la voz poética que convierte en canción el manifiesto. Una poética que va más allá de la declaración de intenciones, y se convierte en un imperativo deseante, un deseo de tu deseo... de subversión. Enrique Falcón:

Canción del levantado

No adoptes nunca el nombre que te dé la policía
No acerques tu caricia a la piel del invasor
No comas de su trigo, no bebas más su leche
No dejes que tu alberca la vuelvan lodazal

No esperes casi nada de su magistratura
No reces en su lengua, no bailes con sus ropas
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor

No guardes en el sótano más bombas incendiarias
No firmes con tu letra los presagios del poder
No tiendas más cadáveres en la comisaría
No esperes nunca nada de la voz del ataúd

No entregues tu camisa a ninguno de sus bancos
Ni viertas en tu vientre el pozal de una bandera
No lleves a tu amigo a los pies del impostor

No dejes que su lengua fructifique tras tu casa

No permitas a tus hijos,
Louise Michel
nunca dejes a tus hijos
esconderse en su jardín.


E. Falcón. en Porción del enemigo, ed. Calalambur.


La fuerza simbólica de cada elemento, de cada imagen, me parece muy útil para una desobediencia vital, para una no colaboración con este sistema que, al final, deseamos, defendemos y cuyas ropas vestimos para danzar. El símbolo multiplica las posibilidades del manifiesto.

9. Cuando repartía panfletos en la puerta de mi facultad denunciando la falta de becas, la estafa de los cursos de formación del profesorado o más... descubrí, en la papelera más cercana, la lección literaria más decisiva de mi formación, debido a la devolución de todos y cada uno de los panfletos, performativamente convertidos en montaña de bolas de papel: para hablar (o escribir) del mundo, para enhebrar públicamente un relato sobre lo que es y lo que debería ser, escucha primero qué dice la gente. Desprecia las infinitas formas de trepar a la torre de marfil, de hacerte distinguido, aunque sea en tu marginalismo de proscrito. Invierte toda tu energía en intervenir y, para eso, escucha primero. Comparte la vida primero. Olvida el (de)clamar como un rapsoda, utiliza el lenguaje y los asuntos de la plaza, incluida la plaza de parking del centro comercial. Primero, sé anónimo, sé nadie. Y una vez ahí, descubre si realmente tienes algo que decir. No siempre será así.

10. Pero si encuentras una voz concreta, será una voz plagada, a la vez, de anonimato. Lejos del poeta cuyo nombre es la marca que rige a la entrada del jardín interior al que nos invita, tu voz está llena y entrecruzada de la voz de muchos. No eres un elevado promotor de la belleza, sino un operario de concretos relatos útiles, cuya necesidad sabes de sobra. No estorbes a tu trabajo.

Antonio Orihuela *
11. Tienes algo que decir porque has puesto palabras a cosas que nos pasan a muchos. A la vida que, quizás sin saber, compartimos. Tienes palabras para ese callejón sin salida que no hemos nombrado pero no aceptes el problema tradicional de la crítica: "El problema de la crítica ha sido tradicionalmente un problema de la conciencia. Hoy es un problema de cuerpo. ¿Cómo encarnar la crítica? ¿Cómo hacer que el pensamiento crítico tome cuerpo? Si la crítica había combatido tradicionalmente la oscuridad, hoy tiene que combatir la impotencia. El mundo global está enteramente iluminado. Nuestras conciencias están deslumbradas. No hay nada que no veamos: la miseria, las mentiras, la explotación, la tortura, la exclusión, etcétera, se exponen a la plena luz. Y, sin embargo, qué poco podemos. Sobre nosotros. Sobre el mundo. Podemos decirlo todo y sin embargo no tenemos nada relevante que añadir. Encarnar la crítica no es encontrar la palabra justa, ni complacerse en los jardines de la buena conciencia, ni vender a las instituciones la solución más barata. Encarnar la crítica significa plantearse hoy cómo subvertir la propia vida de manera que el mundo ya no pueda ser el mismo"Marina Garcés, Encarnar la crítica.

Si has tomado la palabra en la plaza, si desde ese anonimato des-marcado decides llamar la atención e intervenir en nuestra construción de ese relato en el que enhebramos lo que somos y lo que nos pasa, que no sea para dejarlo como estaba. Recuerda siempre combatir la impotencia.

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 "@Alicia_Hot": poemas en tiempos de follar, pantallas y avatar", no es tan distinto de aquellas pelotas de papel que mis conciudadanos amontonaban en las papeleras tras nuestro reparto en la facultad o a la salida del super. Igual que aquellos, mide su utilidad según el efecto en la vida que pueda tener.

Si yo me creo con la fuerza de levantar la mano, y pedir la palabra para hablar de la pornografía como dispositivo de control del deseo y de los cuerpos, y como metáfora de un mundo que compartimos como espacio donde enfrentarnos, en lugar de donde colaborar por nuestra existencia, no es para dar una lección, ni para invitaros a lo bello. Sólo es para compartir algún hallazgo, y para abrir espacios de diálogo. No desprecio qué pueda significar en la historia de la poesía, pero mi ambición es mucho mayor [sí, mayor, deja las carcadajas y sigue leyendo]. Aspiro a que nos preguntemos qué es eso de considerarnos libres frente a una pantalla, y qué posibilidades de agujerearla hay.

Sí, @Alicia y Pornoyonqui consiguen compartir una historia. ¿Y nosotros?



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NOTA:

* Antonio Orihuela aparece sonriente entre tan insignes revolucionarios, porque pese a no salir en los libros de historia (aunque sí en wikipedia), es una de las grandes referencias a la hora de inspirar todo esto, además de contribuir con sus letras contribuye con su militancia, lleva respondiendo mails con preguntas sobre esto y lo otro a desconocidos como yo desde la prehistoria, y, además, nunca me acepta como amigo en el Facebook.

16 comentarios:

arozamena dijo...

Poesía y política no son la misma cosa. Y, sin embargo, comparten la misma causa. A esa causa se le puede llamar comunismo. Se trata de un comunismo originario, llámese Inconsciente o Dios si eso se quiere. El caso es que son cosas distintas con una causa común. Ahora bien, por lo mismo que conviene pasar de una vez del realismo a lo real, pienso que debe pasarse, asimismo, de lo común al comunismo que, a pesar de ser una palabra maldita (y si lo es es porque alguien, en última instancia cualesquiera que sea, la ha maldicho más que maldecido) es lo único que puede ser considerado como lo real de la Historia una y mil veces denegado.

Alejandro Ruiz dijo...

Pero si un poema consigue que interiorices la consigna: "mi incapacidad para compartir lo que siento con los demás me hace distinguido y atractivo, aún en una decrepitud e indefensión absolutas, porque me parezco a los que pasean con abrigo largo por la ciudad entre semana de mañana, sin (entre otras) curriculums bajo el brazo", ha conseguido más y más eficaz intervención política contra, entre otras, la PAH o la Asociación de Vecinos correspondiente, que el más forzudo mozalbete alistado en las unidades policiales de intervención rápida.

Respecto a la palabra común o la palabra comunismo, la última significa demasiadas cosas (un partido, un/os constructo/s de ideas y unas relaciones sociales que están en articulación con otras). Demasiados sentidos para una intervención eficaz.

Lo común está en disputa porque es el lugar que cada día conquistan las multinacionales, los bancos, el estado, ... Es el espacio que nunca deja de existir y siempre está expropiándose. Necesitamos hablar de él, necesitamos callar para encontrar la forma de nombrarlo. El palabro "Comunismo" nos saca en seguida del anonimato. Hace que los focos se fijen en ti. Te da palabra muy rápidamente. Pero... ¿no es mejor esperar a tener algo que decir?

Moncadista dijo...

solo un matiz, tu excelente panfleto del ABC era poesía pura, y con que solo uno no se convirtiera en bola, mereció la pena el frío y la frustración que sufrimos.
Esperaré a tener algo que decir, mientras, aprenderé.

Alejandro Ruiz dijo...

Al panfleto sobre el ABC le pasó algo que pasa muchas veces, y a lo que Arozamena le saca más jugo que nadie, y es a lo inesperado. El objetivo con el que el panfleto se realizó no se cumplió para nada, pero sin embargo, de alguna forma, simbolizó nuestra necesidad de libertad, de poder escribir saltándose lo esperado. Creo que ese panfleto lo consiguió sin proponérselo, pero lo consiguieron también muchas más cosas. Incluida la mítica Españoles en Defensa de la Universidad Capitalista.

arozamena dijo...

Incognito ergo sum... sí. Pero el nombre innombrable de ese incognoscible común, a pesar de todo, yo creo que debe continuar siendo "comunismo". Y de ahí no me apeo. Aunque, por supuesto, lo que yo crea es absolutamente irrelevante para este o cualquier otro caso.

Y, sin embargo, el hecho es que el funcionamiento de lo que ambos (ale y fredo) describís (a saber: esa especie de causalidad metonímica que genera metáforas perfectas en donde uno menos se lo espera) existe y depende de esa misma hipótesis previa: un real sin el cual no hay nada que haya.

Por otra parte lo que menos hace falta es callarse, en otra cosas porque, generalmente, no significa más que seguir hablando. Digamos que es otra manera de discurso.

Yo, personalmente, prefiero confíar en la libre asociación y en la asociación libre: cuando se dice cualquier cosa, estamos ante lo importante.

Claro que eso supone una cierta ética (no decir tonterías, canalladas, locuras o plusvalías) y partir del reconocimiento de lo de más arriba: el comunismo es lo real de la Historia mil veces denegado.

Por tanto se trata de partir de ahí y no de intentar alcanzarlo.

Es precisamente el plantearlo como un fin o un objetivo a conseguir lo que produce todas nuestras impotencias.

Luego está la cuestión de los lugares.

Más exactamente se puede decir que: el resto es cuestión de lugares.


Alejandro Ruiz dijo...

No vivimos en el silencio. La libertad de expresión se ha convertido en obligación y mandato de la expresión. Expresión permanente para decir "sigo aquí", mantener tu marca en el mercado. En las redes sociales, en las asambleas, en los micros abiertos...

Pero, a la vez, se atacan las condiciones materiales para el pensar (en general) y el pensar juntos (en particular).

Claro que callarse es seguir hablando. Es decir: estoy trabajando. Estoy escuchando porque quiero tomar la palabra a tu lado. Porque cuando hable, hablaré contigo. Y no será una cita a pie de página ni una cita bibliográfica, será un discurso mil leches, que bebe de ti y del otro y de la vecina de enfrente.

¿No es esa la más sencilla manera para elegir los términos que usamos?

Cuando digo comunismo, ¿qué entiende mi vecina de enfrente?

Cuando digo común, ¿qué entiende mi vecina de enfrente?

Es más, qué otra palabra, que no es ninguna de esas, utiliza ella. ¿Qué otro término para hablar de una vida compartida y, a la vez, en disputa?

arozamena dijo...

Cuando se dice que "comunismo" es un nombre innombrable, o que es es real, se quiere decir precisamente que "ni que decirse tiene".

Se trata de una elipsis, una sustitución por nada o una manera del incógnito más que del anonimato. Sólo que esa nada ya es operante porque exige el principio de un intercambio.

Es decir, cuando de buena mañana hablo con la vecina de enfrente o con cualquiera que no tenga funciones de psicagogo (con abrigo largo o no), delator (con currículum o no), policía (o fornido mozalbete que hace entrega de a la empresa municipal de autogiros) et caeteri, pues se da por supuesto que nadie está obligado a confesarse...

He ahí, justamente, la cuestión de los lugares: si son lugares de la igualdad o de la desigualdad y lo que encarna la figura con la que hablo.

Aunque lo importante es el hecho mismo de que hablo, incluso en el desacuerdo entre lo que intento decir (el algo al que aspiro) y lo que en efecto digo (el mero algo). Por lo mismo que también es sorprendente el hecho que ahora mismo esté escribiendo. Y esas sí que son cuestiones de sentido.

Un término poético, por ejemplo, puede ser "verdadera vida ausente", un término matemático "incompletitud", un término físico "indeterminación", en fin... lo mismo da.

Filosóficamente hay tres operaciones con las que apañarse: sustracción (dialéctica), ampliación (fenomenológica) e implicación (psicoanalítica). Aunque eso también puede acabar, o empezar, por darnos igual, a no ser que estemos haciendo filosofía.

En definitiva no hay pensamiento, no hay nada genérico, no hay verdad (matemática, artística, amorosa o política) sin la hipótesis del comunismo.

El caso es que todo eso viene de un -ismo fundador, acontecimental, y el caso es también que, efectivamente, cuando se le pone nombre se pierde.

De ahí que yo a veces lo llame, un poco de cachondeo, "el desastre del sujeto".



Alejandro Ruiz dijo...

Si realmente, según tú, comunismo fuera algo que "ni decirse tiene", ¿qué sentido tendría que hayas abierto este hilo para ponerlo en el lugar de "común"?

Respecto a lo demás, la vecina de enfrente soy yo. Soy yo el que ha quedado fuera a partir de cuando has escrito "no hay pensamiento". O quizás antes. No puedo seguirte. Y, a la vez, creo que no lo pretendes.

Hubo un tiempo en que podía seguirte a todas partes. Porque pasaba suficiente tiempo contigo como para entender en qué sentido apuntaban buena parte de las palabras. Ahora, en este momento, no puedo.

Quizás no sea relevante para ti este hecho. Para mí, es determinante. Me mata el hecho de que, cuando otros me lean, vivan la lectura como una trinchera abierta frente a ellos. Y, aún más, que sientan que esto ocurre porque no comprenden, no saben, o son ignorantes. Esto ocurre, aún me ocurre, y es una de mis peores pesadillas.

Supongo que, simplemente, la función que queremos darle a nuestras palabras, Arozamena, son distintas.

Yo, ya lo sabes, ya lo sabes quizás mejor que yo, acostumbro a utilizar "indeterminación" como término poético. Quizás eso es todo.

arozamena dijo...

Pues si eso es todo, ya te lo mandaré por telefonema cuando lo termine...

Alejandro Ruiz dijo...

Tío, ¿tú te acuerdas una vez que, en el contexto de una Huelga General, establecí uno de esas preclaras estrategias mías que siempre salían al revés, y te propuse que nos fuéramos a hacer recitales a la salida del tajo al Polígono Juncaril?

Tú me respondiste, resumiendo, que nosotros no escribíamos para ellos.

Pues eso. Así empezó (empezaste) mi vocación por el silencio.

arozamena dijo...

Lo que te dije más bien es que nosotros no podíamos escribir POR ellos. Y que en el contexto de una huelga general eso era un insulto.

De ahí que, poco después, a mi diera por aggiornar el "establecimiento".

Y tengo que admitir que, para el resultado que dio, más hubiese valido lo otro.

Por lo menos hubiésemos vuelto a casa con una buena tomatada.


Alejandro Ruiz dijo...

El "por" no creo que estuviese en las intenciones de ninguno. Que no somos de Podemos, hombre...

El "para", que siempre está, debe aprovechar lo que tiene. Y lo que tenemos es un discurso social al que pertenecemos. Es decir, ya estamos hablando para otros, incluso aquí, desde luego también aquí.

Incluso aquí, mientras espero tu telefonema con un vasito de aquarius limón.

arozamena dijo...

No, no. Te lo estoy diciendo muy en serio. Eso es algo de lo que me arrepiento: si lo hubiésemos hecho, las hostias que nos hubiéramos ganado (y bien ganadas), por lo menos nos servirían, ahora, como prueba física e irrefutable de que el arte y la política no son la misma cosa.

Salvo engañifa.

Y ese es el problema Ale: cuando se le dan cancha a las "nociones del común" que pretenden ir más allá de lo privado y lo público en virtud de que se comprenden mejor que el palabro comunismo, pues es que me cabreo.

En otras cosas porque si el Reina Sofía, Toni Negri, Traficantes de sueño, Barcelona en comú y la puta madre que les parió a todos, son anónimos, entonces, apaga y vámonos.

Comunismo viene del más acá y no del más allá.

Y cualquiera entiende cualquier cosa en todas partes, sólo hace falta que nadie se lo impida y que él (o ella, por supuesto) quiera.

Alejandro Ruiz dijo...

Pero aquí nadie ha dicho que política y arte sean lo mismo. Simplemente digo que no hay que ingenuo respecto a las repercusiones políticas que tiene la poesía, incluso podría hablarse de lo contrario, las repercusiones poéticas de lo político.

Y respecto a lo de que unos entienden y otros no... Ahí sí que no nos entendemos, quizá porque no queremos.

arozamena dijo...

¿Cómo que no?

Lo que estoy diciendo es que el teorema de Gödel, la toma de una fábrica, una historia amorosa o En busca del tiempo perdido (por no hablar de Alicia_hot, ya que todavía no dispongo de un ejemplar gratuito), en principio, le pertenece a todo el mundo.

Si lo yo puedo entender (seguramente no como un matemático de Cambridge, un militante implicado, uno de los enamorados o un burgués parisino del XIX), lo puede entender cualquiera.

Y ello por mor de un comunismo originario, fundacional e infundado que, llámese como se quiera, es lo único que puede salvarnos.

Eso es verdad, no hace falta que tenga sentido.

Alejandro Ruiz dijo...

Aún así, con todo, no cuestiono ni un momento la existencia de una fuerza que no ha entrado en el Parlamento. No, ni con rastas ni sin ellas, no está en el Parlamento. Y en ese sentido entiendo el fondo de Arozamena.

Ya lo habréis visto, pero por recordarlo no pasa nada:

https://www.youtube.com/watch?v=zdvuW6143VY